30 marzo 2017

Viaje hacia el sol, cinta turca de Yesim Ostaoglu

Francisco Peña.




Viaje hacia el sol, la cinta turca de Yesim Ostaoglu, es otro de los baches de la XXXIV Muestra Internacional de Cine. Con una trama simple que se extiende en 104 minutos hasta la reiteración de escenas y personajes, se busca contar como un turco puede sufrir la discriminación del pueblo kurdo en carne propia.



Con excepción de las imágenes finales de un pueblo sumergido, Viaje hacia el sol es un trayecto hacia la reiteración de situaciones que ya no aportan nada al planteamiento de los personajes y de la situación social y política entre kurdos y turcos.


En esta Muestra de los “jodidos”, con un programa intencional de cintas que abordan en su mayoría problemas étnicos y sociales, que se desenvuelve en medios sociales degradados y llenos de violencia, Viaje hacia el sol desmerece frente a La vendedora de rosas, Tres estaciones o El polvorín. Ni de lejos se acerca a La eternidad y un día.

La historia de un joven turco –demasiado “moreno”- (Mehmet) y de su relación con un activista kurdo (Berzan) se establece a partir de una confusión. Mehmet es confundido con un “terrorista” kurdo y brutalmente golpeado por la policía. El origen del se da en una escena absurda y forzada donde el joven es relacionado con una pistola y es incapaz de reaccionar o mostrar su inocencia.


A partir de este punto pierde relaciones, trabajo y amigos. Va de ocupación en ocupación temporal mientras se desploma en la escala social y se vuelve cada vez más pobre, que ya lo era. Sólo le queda el apoyo de Berzan y de su novia Arzu.


A la muerte de su amigo Berzan, por la violencia política, Mehmet decide autoimponerse un viaje al pueblo natal del muerto para enterrar su cadáver. El resultado es el viaje a una tierra de nadie, con pocos habitantes, donde las casas kurdas están marcadas con una X roja.

De las bulliciosas calles de Estambul al Kurdistán, Mehmet hace el viaje migratorio en sentido contrario a la mayoría de los kurdos. Él regresa a la soledad mientras los demás buscan el hacinamiento de Estambul en busca de una vida mejor.

El hecho de que ésto ocurra en Turquía –miembro de la OTAN y de la Comunidad Europea- no hace novedosa a la cinta. Los mismos problemas de desempleo, de promiscuidad y sueños rotos ocurre en la mayoría de las ciudades latinoamericanas. Esta historia no deja nada al espectador, que conoce de cerca varias de las situaciones narradas en Viaje hacia el sol, y las ha visto en cintas con mejor factura y por realizadores de su área cultural.

El mismo cine iraní presenta situaciones similares pero con una poética más viva y sensible, por hablar de cinematografías del área en donde se encuentra Turquía.

Lejos están los problemas de los turcos emigrados a Alemania (El autobús, de Ocam); ahora es el problema kurdo, del cual se quiere dar una visión humanista y de respeto en la cinta.

El problema es que las situaciones por las que atraviesa Mehmet quedan claras desde el inicio: el racismo, la violencia, la explotación y el exilio interno se repiten una y otra vez en el libreto. No se aporta nada para un conocimiento más profundo de la historia ni para la comprensión de los personajes por parte del público.



Esta repetición mata el dramatismo de la historia, hace la violencia y la corrupción anodinas. También la relación Arzu – Mehmet se borra en la repetición de las mismas situaciones dramáticas y sus variaciones no aportan nada a la psicología de los personajes.

Como remate, el personaje turco de Mehmet no toma una postura real ante el problema porque su gesto de llevar al amigo al terruño destruido es demasiado simbólico y abstracto.

La cinta se pierde en el tedio como el ataúd de Berzan en el agua. Y el público se queda sin entender que es lo que está en el fondo del problema kurdo en Turquía, por decir lo menos.

VIAJE HACIA EL SOL. Producción: Istinai Filmler Ve Reklamas, Medias Res, The Film Company, Fabrica, ADF/Arte, Behrooz Hashemian, Phil van der Linden, Pit Riethmüller. Dirección: Yesim Ostaoglu. Guión: Yesim Ostaoglu. Año: 1999. Fotografía en color: Jacek Petrycki. Música: Vlatko Stefanovski. Edición: Nicolas Gaster. Intérpretes: Nazmi Oirix (Berzan), Newroz Baz (Mehmet), Mizgin Kapazan (Arzu). Duración: 104 minutos. Distribución: Cineteca Nacional.