03 enero 2017

Rosetta, de los hermanos Jean-Pierre y Luc Dardenne

Francisco Peña.


“Tú nombre es Rosetta. Mi nombre es Rosetta.
Encontraste trabajo. Encontré trabajo.
Tienes un amigo. Tengo un amigo.
Tienes una vida normal. Tengo una vida normal”.
Monólogo del personaje en la cinta Rosetta.


La película belga Rosetta, de los hermanos Jean-Pierre y Luc Dardenne ganó la Palma de Oro del Festival Internacional de Cine de Cannes en 1999. Fue proyectada en el último día de competencia del Festival y, literalmente, le arrebató de las manos el prestigiado trofeo a Todo sobre mi madre, del español Pedro Almodóvar.

Al ganar la Palma de Oro, y de acuerdo a la política de programación de la Cineteca Nacional, Rosetta se exhibe en la XXXVI Muestra Internacional de Cine en lugar del Foro Internacional de la Cineteca. Sin embargo, al igual que Canciones del segundo piso, Rosetta debió reservarse para el Foro y no la Muestra, por el tipo de público al que va dirigido cada evento.

Más adelante expresaré mi opinión sobre la Palma de Oro a Rosetta y no al film de Almodóvar, y los públicos de Muestra y Foro en el caso del film belga.



La cinta de los Dardenne hunde sus raíces formales, de manejo de imagen y tratamiento de los personajes en la corriente del cinema verité francés de los años 60, que nació con Crónica de un verano (1961), de Edgar Morin y Jean Rouch y en la más general de la Nueva Ola Francesa.

La preocupación social, ciertos rasgos formales y la intensidad del personaje de los Dardenne se emparenta con este cinema verité; pero también Rosetta sufre de aparentes fallas que lo alejan del público de la Muestra.

La anécdota de Rosetta es sencilla pero su fondo social es grave.


Una muchacha, Rosetta (Emilie Dequenne), cuya obsesión continua es tener un trabajo fijo y estable, vive en condiciones difíciles y marginales para la sociedad que conforma la Comunidad Europea. Su madre, alcohólica y promiscua, no sólo no la apoya sino que es su peor problema. Su vivienda es un trailer en decadencia y los servicios esenciales como agua, luz, gas, sólo los recibe previo pago en efectivo.

La comida es también un problema, al grado de que Rosetta se las tiene que ingeniar para pescar truchas en un arroyo cercano. La ropa, en especial los zapatos, es objeto de cuidados especiales. Los Dardenne muestran una y otra vez la forma obsesiva en que la chica se cambia zapatos por botas.


Según el personaje, su aislamiento y marginalidad se resuelven obteniendo “un trabajo de verdad”, lo que le daría recursos y dignidad. De allí que se defienda histéricamente cada vez que lo pierde. Toda la escena en el molino, cuando es substituida por el flojonazo del hijo del dueño, muestra su desesperación y la injusticia innata que representa ser desplazada por un “recomendado”.

La relación más ambivalente que Rosetta establece con el mundo es con su compañero de trabajo y amigo Riquet (Fabricio Rongione). En ella el espectador puede ver a profundidad quién es Rosetta y qué le ocurre.

Riquet es el único que se preocupa por ayudarla en medio del caos social en el que vive la chica. Pero lo que comienza como gesto solidario se va convirtiendo en competencia por el trabajo. En un sistema en donde a todos los niveles lo único que cuenta es la eficiencia, terminarán por enfrentarse.


El desempleo crónico de Rosetta, su deseo por vivir una “vida normal” digna y sin tantas presiones inmediatas, la lleva a traicionar a la única persona que ha tenido un gesto humano. Usando información que le dio Riquet en confianza, lo denuncia al patrón y se queda temporalmente con su trabajo.

Claro, Riquet la acosa después con mucho resentimiento cada vez que la encuentra.

El film termina en forma abrupta, sin un desenlace claro del conflicto para el espectador, cuando la chica tiene que enfrentar de una vez por todas a Riquet. Es el momento de confrontar su enajenación en la búsqueda de trabajo, que le impide ver la solidaridad de los otros; pero los directores no dan una solución… Es el espectador el que debe meditar al respecto.

La anécdota del film busca que la interioridad del personaje, de su situación particular, sirva de punto de partida para una reflexión social, que a su vez devuelve al espectador a la revisión los mecanismos de sobrevivencia individual. Con ese enfoque, las acciones más elementales del ser humano cobran otro sentido: el caminar, el comer, el dormir, el tener una habitación propia se descubren como esenciales cuando se carece de los satisfactores más elementales.


Esta trama está contada por los Dardenne en un estilo documentalista (aunque es una historia realista de ficción) con los medios del cinema verité. Emilie Duquenne, que encarna a Rosetta, trae pegada la cámara en mano todo el tiempo. Son pocas las tomas que hacen los directores donde la chica deja de ser el centro de la atención visual.

Esto hace que la cinta tenga un ambiente enrarecido hasta el extremo, donde las secuencias se van sucediendo una a otra mostrando variaciones pequeñas en la situación de Rosetta, pero que para ella van implicando cambios internos y un paulatino incremento de la desesperación. Esto también lo remarcan los cineastas con el uso del plano – secuencia.

El manejo de la cámara en mano enfocada casi todo el tiempo en Rosetta forma un binomio con la actuación de Dequenne. La joven actriz recorre varias gamas emocionales con el rostro, dando dimensión a su personaje, que va desde la indiferencia a la histeria. De allí que los mismos directores hagan referencia al minimalismo y al trabajo gestual de la actriz.


Sin embargo, también hay que marcar en el film la pura presencia de los ambientes, de los lugares, enriquece su contenido. Tanto el ambiente urbano como el natural muestran un marcado deterioro, en donde un ser humano no puede encontrar las condiciones mínimas para llevar una existencia adecuada.

La cinta de los hermanos Dardenne se asoma a una situación sórdida y la explora hasta sus últimas consecuencias. Pero a diferencia de algunas cintas mexicanas recientes, Rosetta si funciona porque compara el ambiente y la psicología del personaje marginado con atisbos de la “normalidad” a la cual desea acceder por medio del trabajo.

Aun el mismo Riquet, que vive en un ambiente sórdido, gracias a su trabajo y algunas tranzas de economía subterránea, se las ingenia para tener una situación más humanizada. Esto le permite ser solidario con Rosetta. La pérdida de su trabajo implica la pérdida de ese barniz de “normalidad” que tiene su vida, y su reacción de resentimiento y acoso es perfectamente entendible.


Rosetta es, por lo tanto, una película incómoda, tanto por su realización y su puesta en escena como por su temática. Pero eso no implica que sea mal cine. Al contrario.

Rosetta no es una película comercial ni de fácil visión, pero su forma cinematográfica está dentro de una tradición de cine social legítima. Como film, presenta una propuesta estética en su realización y empuja al espectador a una reflexión personal sobre el personaje y su entorno social.

Ahora paso a los dos puntos pendientes: la Palma de Oro en Cannes y los públicos de la Muestra y el Foro.


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La Palma de Oro de Cannes.

Es entendible que un jurado de cineastas haya premiado a Rosetta por encima de Todo sobre mi madre, aunque personalmente no esté de acuerdo con dicha decisión.

Lo que se puede apreciar, en primera instancia, es que el jurado basó su decisión en la temática social y en la realización minimalista del film belga. Es decir, por valores intrínsecos del film, pero que no son del gusto general del público.

En ese sentido, la cinta de Almodóvar es más accesible al espectador por la forma en que está realizada, lo cual no impide que el film sea perfectamente disfrutable y con valores cinematográficos sólidos. Además, dentro de la obra del realizador manchego, Todo sobre mi madre es una de las cimas.

Pero el jurado dejó a un lado la cinta española (más cercana al mainstream) y premió una más experimental y desconcertante. Es decir, premió la experimentación.

Pero probablemente el jurado también se inclinó por lo social. Esa visita al mundo marginal y sórdido del desempleo en Europa debió sonarles más cercana que el melodrama almodovariano. De hecho, ese nuevo gusto europeo en los festivales de cine por ambientes marginales también puede explicar el premio de Amores perros en la Semana de la Crítica de Cannes 2000.

Pero lo que probablemente le brinca al espectador mexicano de Rosetta, aparte de una forma cinematográfica a la cual no está acostumbrado y a que en general prefiere la obra de Almodóvar, es que le basta salir del cine y pararse en una esquina transitada para ver personas marginadas que viven en condiciones todavía más difíciles que Rosetta, y que ocurren en nuestra propia realidad cotidiana.

Por eso, el drama de Rosetta se siente más lejano y frío. Acá las cosas están peor de lo que se muestra en el film belga.



Ahora bien, el cinéfilo almodovariano debe reflexionar en una situación extrafílmica pero si cinematográfica. Almodóvar ganó el premio a la Mejor Dirección en Cannes 1999 pero perdió la Palma de Oro ante Rosetta. Curioso, fue precisamente este hecho el que le abrió la puerta al Oscar a la Mejor Película de Habla No Inglesa (Mejor Película Extranjera) para ese mismo año. Si hubiera ganado Cannes es muy probable que hubiera perdido el Oscar.

A la larga, Almodóvar –y sus actrices también- salió más beneficiado de esta carambola entre Cannes y Hollywood. Su film se difundió en mayor número de mercados en el mundo, y le abrió mayor espacio en el mercado estadounidense.

De hecho, debido a los mecanismos industriales del cine en distribución y proyección, Todo sobre mi madre ha llegado a lugares a los que nunca llegará Rosetta. México es un ejemplo claro: Todo sobre mi madre tuvo exhibición comercial; si Rosetta la obtiene será más restringida.


Esto puso en contacto a los espectadores del circuito comercial con la obra de Pedro Almodóvar; no sólo con Todo sobre mi madre, sino con las películas anteriores a través de los circuitos comerciales de videos, reestrenos y ciclos especiales dedicados al cineasta. Almodóvar ganó más al perder.

Finalmente, Almodóvar obtendrá la Palma de Oro de Cannes, tanto por su trayectoria anterior como por el hecho de que se encuentra en la madurez artística, que implica a futuro una nueva obra que será más relevante que Todo sobre mi madre.

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Los públicos de la Muestra, el Foro y el Cine Comercial

Las autoridades de la Cineteca han declarado que Muestra y Foro van a espectadores distintos, pero con la intención general de formar al público en distintas manifestaciones cinematográficas.

La Muestra recoge películas premiadas en festivales, cine de autor y manifestaciones de cinematografías poco difundidas en el país (Irán, por ejemplo). El Foro está dedicado a cintas innovadoras en el lenguaje cinematográfico, documental y películas que de otra manera no tendrían difusión en México por su carácter no comercial.

De esta forma, la Muestra parte del mainstream o corriente general del cine para avanzar lo más destacado de un cine cuyas formas pueden ser reformistas pero no revolucionarias en relación al lenguaje cinematográfico, a sus formas y temáticas. El Foro está enfocado a mostrar lo que se genera en las corrientes alternativas.

En ese sentido, el público de la Muestra viene del cine comercial y va formando su gusto con manifestaciones nuevas de cine, pero que no le cuestionan su mirada al punto de crear una ruptura y un rechazo a lo que observa. Va evolucionando junto con sus cineastas favoritos, con los cines de países que desconoce, con películas comerciales no hollywoodenses pero de buena factura, con cine independiente, con narraciones innovadoras pero comprensibles.

Este público va modificando su visión con lo que ve en la Muestra, y ampliándola para dar espacio a lo que va conociendo en el camino. En ese sentido se va formando su gusto y que abarca más manifestaciones fílmicas, más opciones que el cine comercial hollywoodense promedio.

De pronto, ciertos segmentos del público sienten que la Muestra ya no les satisface, que falta algo, que su gusto por conocer lo nuevo ya no se satisface. Es el momento de pasar al Foro sin dejar de disfrutar de la Muestra.



En el Foro (al igual que las cintas que presenta la UNAM en sus cines y otros centros culturales de difusión, o el FICCO) se proyecta lo alternativo, lo no comercial y poco difundido por cuestiones comerciales. Las películas son ahora muy diferentes de lo que se exhibe comúnmente, pero el espectador sigue abriendo las fronteras de su gusto personal sin perder lo que ha ganado en el camino.

En esta perspectiva, quizás resultaba más conveniente exhibir RosettaCanciones del segundo piso en el Foro y no en la Muestra, no por el criterio de los premios que han ganado sino por las formas de cine que les caracteriza. Se arriesgó un rechazo a estas cintas por sus estilos, a los cuales el público de la Muestra aun no estaba acostumbrado. Pero quizás valió la pena el riesgo de programarlas en dicho evento. Cada espectador es quién debe responder cual era el lugar más adecuado de exhibición de estas dos cintas.

Con esta visión más amplia del cine cuyo proceso se ha descrito a vuelo de pájaro, tanto el público de la Muestra como del Foro puede volver al cine comercial con una mirada distinta. Redescubre, en ciertas cintas comerciales, características de buena factura que antes no notaba o detalles de buen cine que puede disfrutar más.

En ese sentido, la modificación del gusto del espectador para que abarque una mayor cantidad de tipos y géneros de cine, no necesariamente cancela el gusto por el cine comercial aunque pone al cinéfilo en la disyuntiva de ser más exigente con lo que ve en dicho circuito.

En síntesis, la ampliación del gusto del espectador no tiene porque cancelar el disfrute cinematográfico en el ámbito comercial, tanto en su aspecto emotivo como en el intelectual.

Por ejemplo, un conocimiento más vasto del cine y de cintas no comerciales devela aspectos de películas comerciales con extraordinaria factura estética. En su momento, la serie de El Padrino (especialmente el Uno) tuvo un éxito comercial sin precedente y capturó mucho tiempo de pantalla en los circuitos comerciales.

Pero no se puede negar que junto a su éxito comercial, tenía elementos cinematográficos que la convirtieron en un clásico y en una cinta de culto.

En el cine mexicano, por ejemplo, una cinta como Cilantro y perejil o ¿Quién diablos es Juliette? gozaron de éxito comercial y de crítica. Otras películas han logrado dicha combinación. En el cine europeo no hay que olvidar el éxito de taquilla en México de cintas europeas como Azul y Rojo, de Kieslowski.

A partir de esta premisa, se puede entender como se van derivando los gustos hacia cintas comerciales que son disfrutables por secuencias específicas, por trabajo de actores, de directores que son buenos “artesanos” pero que no tocan el “arte” elitista, y otros elementos que se pueden hallar en el circuito comercial.

De esta manera, la formación del espectador se enriquece en lugar de empobrecerse. No hay pérdida sino sinergia. Un hilo conductor atraviesa los ámbitos del cine comercial, de autor y de vanguardia; el espectador lo puede recorrer en el circuito comercial, en la Muestra y en el Foro de la Cineteca. Es el gusto por el cine, que puede ser sencillo o sofisticado pero que en ambos casos sigue siendo algo placentero.

Lo importante, finalmente, es que el espectador tenga acceso a películas de todo tipo y en el camino forme su opinión, su gusto y su cultura cinematográfica. El problema estriba en que el circuito comercial se especialice en un único tipo de producto sin dar acceso a otras manifestaciones cinematográficas también comerciales. En ese sentido, la Muestra, el Foro y la actividad de difusión de la UNAM son imprescindibles para la formación del espectador que busca algo diferente.

Rosetta. Producción: ARP Selection, Les Films du Fleuve, Radio – Televisión Belge, Jean-Pierre Dardenne, Luc Dardenne, Laurent Petin, Michele Petin, Arlette Sylberberg. Dirección : Jean – Pierre Dardenne y Luc Dardenne. Guión : Jean – Pierre Dardenne y Luc Dardenne. Año : 1998. Fotografía en color : Alain Marcoehn. Música: Jean – Pierre Cocco. Edición: Marie – HeleneDozo. Intérpretes: Emilia Dequenne (Rosetta), Fabricio Rongione (Riquet), Anne Yernaux (madre), Olivier gourmet (jefe). Duración: 94 minutos. Distribución: IMCINE.