27 diciembre 2016

Filo de la inocencia, El / Felicia's Journey, de Atom Egoyan

Francisco Peña.


El dolor puede desaparecer. El alivio comenzar.
En un hombre que asesinaba. Había un alma como cualquiera



El filo de la inocencia / Felicia’s Journey es un extraordinario film sobre un asesino serial y su posible víctima. El director de la cinta es Atom Egoyan, el mismo creador de Exótica y Partes habladas. Quien espera de esta cinta un estilo gore, ríos de sangre, mutilaciones y sustos epidérmicos para pasar el rato, o bien no sabe quien es Atom Egoyan o se equivocó de cine. La magnífica cinta de este director es, artísticamente, todo lo contrario: una obra de sutilezas, de luces y sombras que apela a la sensibilidad e inteligencia del espectador.


Egoyan siempre ha preferido examinar los matices que se encierran en el ser humano: sus motivaciones, sus luchas, sus contradicciones, sus intereses legítimos y deshonestos. Muestra personajes contradictorios que interactúan en una sociedad igualmente compleja donde nada es lo que parece. Dicho examen se realiza en calma dejando que la narración fluya mientras la acumulación de detalles prepara el final de sus cintas.

En esta ocasión Egoyan escribe el guión basado en la novela homónima de William Trevor, pero permanece fiel a su estilo cinematográfico.


Al igual que en Exótica, en El filo de la inocencia el director crea una estructura de narración que es en apariencia lineal, pero que en realidad contiene saltos en el tiempo / flashbacks por medio del recuerdo de sus personajes.



Estas ideas y vueltas en el tiempo, en las situaciones por las que atraviesan los personajes, implica que Egoyan apela a la inteligencia de sus espectadores para que reconstruya activamente el rompecabezas de la historia. La suma de los detalles, en este caso, implica profundidad.

Así el cinéfilo arma la historia no lineal, la comprende y la hace suya. Los personajes entran en su percepción rebasando la epidermis comercial y entonces la sensibilidad del espectador participa de la sensibilidad de los personajes.


Egoyan complica el armado de sus cintas usando en pantalla otros elementos, especialmente el video. El filo de la inocencia no es la excepción.

La historia en papel es sencilla. Felicia (Elaine Cassidy) es una joven irlandesa que ha sido seducida por Johnny Lisaght, un joven que decide enrolarse en el ejército inglés. Este hecho determina que la familia rechace a Elaine, que para colmo queda embarazada. La madre de Johnny planta frente a la joven un muro de silencio y destruye sus cartas.



A lo largo de los flashbacks de la vida de Felicia en Irlanda vemos que el rasgo principal de su carácter es la inocencia (que no la estupidez o la ignorancia, que no son destruidas por el avance de la edad). A pesar de tener esta característica es inteligente como para rehuir los peligros más evidentes; pero ante la malicia y la perversión no tiene más defensa que ser ella misma.


En su búsqueda de Johhny el azar la coloca en varias ocasiones ante Joey Hilditch, experto en cocina que trabaja en una industria. Los reiterados encuentros casuales hacen que Hilditch se interese en la joven.



A lo largo de la cinta Hilditch aparece como un hombre bonachón sólo interesado en el bienestar de la joven irlandesa; pero lo que hay bajo la apariencia es algo más siniestro. El uso de los videos de las otras víctimas van marcando el cambio de Hilditch de protector a asesino, al igual que algunas de las causas que motivan su conducta.

Pero los mismos videos de las jóvenes también marcan la diferencia con la personalidad de Felicia. Aunque jóvenes no son inocentes, lo que reconoce Hilditch luego de interesarse por sus historias respectivas. Esta diferencia, ese "no ser igual a las otras" que es el rasgo inocente que define a Felicia, es la clave para entender la decisión final que toma Hilditch ante la chica irlandesa frente una puerta cerrada casi al terminar la película.


Aparte de los videos de las chicas, Egoyan aborda la personalidad de Joey Hilditch y la expone en pantalla por cinco vías principales que se interrelacionan con brillantez en la película: los videos de su madre, la chef televisiva Gala (Arsinée Khankian); todos los esfuerzos en que se involucra para "construir" su vida como hombre casado; la música que escucha, la comida cuya presencia permea muchas acciones y, finalmente, las mentiras conscientes con las que va enredando a Felicia para que entre en su mundo personal, en este caso su casa y en especial la cocina. Los videos de Gala dan cuenta de la formación de su mentalidad desde niño, sus pequeñas tranzas y como el amor desmedido de su madre lo daña. También son testimonio de la época en la que se ha encerrado Joey, unos años 50 que se reproducen en todo su ambiente: casa, cocina, coche, música.


En el segundo punto, Joey crea una realidad alterna, una gran mentira para capturar la confianza de Felicia. Crea una esposa en sus conversaciones -Ada -, a la que "hospitaliza", "mata" e inclusive "crea" su funeral. Esta vía de crear un personaje "ficticio" tiene como contrapunto la localización de Johnny Lisaght en las barracas del ejército. Ahora están completas las dos caras de la moneda: mientras más juega con "Ada" frente a Felicia más le oculta que ha encontrado a Johnny.

Este juego mentira - verdad, como Quinta Vía, es donde Egoyan muestra la interioridad de Hilditch en toda su educada perversión. Por ejemplo: aun viendo directamente a Johnny miente descaradamente a Felicia sin avisarle que está dándole la espalda a la persona que busca.


El espectador también debe estar atento al juego de la mentira cuando Hilditch teje su telaraña para empujar a que la chica aborte, a pesar de que no quiere hacerlo en primera instancia. Sobre todo debe tomar nota de la manera en que Hilditch maneja sus diálogos con Felicia, como va dejando a la chica sin recursos emocionales y económicos hasta convertirse en la "única" salida que tiene ella para sobrevivir. Literalmente la cerca hasta conducirla a donde él quiere. De la inocencia confrontada por la "sabiduría" perversa.

Egoyan narra todo el proceso con una sutileza psicológica sorprendente. En la acumulación de detalles, en situaciones que aportan nuevos datos sobre los personajes, el director construye en el espectador una tensión interna que se asocia a lo que ocurre en la pantalla. Esto sólo lo puede hacer un maestro de la cinematografía.

Es tan fino el tejido fílmico y narrativo de El filo de la inocencia que el espectador debe estar muy atento al intercambio psicológico entre los personajes. El punto más obvio es como Hilditch afecta la vida de Felicia y la va conduciendo a la trampa. Pero la afectación es de dos vías: también la forma de ser de Felicia afecta finalmente a Joey y lo enfrenta a lo que fue alguna vez y en lo que se ha convertido al paso del tiempo: segunda clave para captar el final.


La tercera vía usada por Egoyan es la presencia de la música, soundtrack creado por Michael Danna.

Una parte se dirige a reconstruir melodías de los años 50, que sirven para dar atmósfera a la casa de Hilditch, a comentar su personalidad, e inclusive dar luz sobre lo que ocurre en su psique de asesino serial de rostro bonachón. Hay que hacer notar que los discos que toca Hilditch son de ¡acetato!, las famosas tortillas negras, otro dato de su permanencia emocional en los años 50.

La otra parte, totalmente irlandesa, crea la atmósfera para subrayar los momentos de soledad, duda, recuerdo e incertidumbre de Felecia. En ese sentido, el papel de esta bellísima parte del soundtrack es central para matizar la sensibilidad de la chica -Elaine Cassidy, la actriz, tenía 19 años al filmar la cinta-.


Esos temas también están presentes en su conversación con la abuela y con su padre, únicos vínculos familiares de la chica (¿por qué no habrán traducido los diálogos en gaélico irlandés o la letra de la canción?). Reaparecen también en los sueños de Felicia, enriqueciendo la visión de su personalidad.

La cuarta vía es la presencia de la comida. Es todo un arte de perfección para Hilditch y donde muestra su parte humana y contradictoria. Aflora su perfeccionismo y su obsesividad en su compra o elaboración, es el punto nodal de la relación con su madre y casi el único que aparece en pantalla al respecto, un punto humano que lo relaciona con Felicia al ser lo único que comparte con ella.




El espectador debe estar atento al papel que juega la presencia de la comida en cada escena en la que aparece. Pero no se puede dejar de mencionar el montaje paralelo entre la compra de comida en el supermercado que hace Hilditch con la búsqueda incesante de Johnny que a pie hace Felicia, al inicio de la cinta.

Estos dos personajes complejos, colocados en una interrelación que oculta más de lo que aparenta, se sostienen en pantala gracias a un excelente trabajo actoral de Bob Hoskins y de Elaine Cassidy (verdadero hallazgo de Egoyan en un casting).

Hoskins es un viejo lobo de la actuación. Muestra su innegable capacidad con un personaje manejado en low key, en un registro sin exaltaciones pero pleno de matices pequeños con los que el actor lo enriquece.


Hoskins no usa ahora explosiones dramáticas o cómicas del tipo Mona Lisa (Neil Jordan), Who framed Roger Rabbit (Robert Zemeckis) o Brazil (Terry Gillian). La voz y sus distintas modulaciones casi imperceptibles, el rostro y sus ligeras reacciones, el movimiento del cuerpo, los gestos entre cotidianos y precisos son las herramientas del actor inglés para crear un extraordinario Joey Hilditch colocado en una cotidianeidad insulsa cargada de destrucción. Hoskins ofrece una rica gama de emociones en Hilditch que van desde el humor al terror y la tristeza.


Por otra parte, para una joven que entra a la vida una actriz joven en su segundo largometraje. Elaine Cassidy, en manos de Egoyan y gracias a su innegable fotogenia personal, logra "que el espectador sienta lo que pasa por la cabeza de una muchacha que vive su primer amor y es presa de sus emociones confusas e irracionales", como dice el mismo realizador.

En ese sentido, el espectador debe estar atento al rostro y especialmente a los ojos de Elaine Cassidy, como ventana para adentrarse en la psicología de Felicia. Así se percibe mejor su necesidad de ternura y afecto, y su coraje intrínseco para enfrentar la vida a pesar de su inocencia natural.


En síntesis, El filo de la inocencia / Felicia’s journey es el viaje del espectador por un mundo que se quedó en el pasado, y habitado por hombre complejo que halla frente a la soledad la única salida del asesinato serial.

Este mundo se cierne sobre otro que nace en medio de la confianza traicionada, que está en proceso de madurez pero aun marcado por la inocencia, su debilidad y defensa al mismo tiempo.

En la interrelación de ambos mundos, de ambos personajes surge una extraordinaria película rica en texturas e imágenes, que busca la inteligencia de quien la ve, y a cambio ofrece con talento fílmico la evocación de dos complejas psiques humanas con sus luces y sombras.

EL FILO DE LA INOCENCIA / FELICIA’S JOURNEY. Producción: Icon Entertainment, Marquis Films, Bruce Davey, Robert Lantos. Dirección: Atom Egoyan. Guión: Atom Egoyan, basado en la novela Felicia’s Journey, de William Trevor. Año: 1999. Fotografía en color: Paul Sarossy. Música: Michael Danna. Edición: Susan Shipton. Intérpretes: Bob Hoskins (Joseph Ambrose Joey Hilditch), Elaine Cassidy (Felicia), Peter McDonald (Johnny Lysaght), Arsinée Khanjian (Gala, madre de Joey), Claire Benedict (señorita Calligary), Danny Turner (Joey Hilditch adolescente). Duración: 116 minutos. Distribución: NuVisión.