24 diciembre 2016

Dulce olor a muerte, Un., de Gabriel Retes

Francisco Peña.

El cine mexicano está representado en la XXXIV Muestra Internacional de Cine por la película Un dulce olor a muerte, del realizador Gabriel Retes.


De inmediato se nota como los años no pasan en balde, porque la puesta en escena cinematográfica de este realizador es fluida, madura y en control de todos los elementos al servicio de la historia que quiere narrar.

Esa limpieza de imagen, el cuidado de las actuaciones, cámara y edición, por desgracia están al servicio de una historia convencional y previsible: el asesinato de una joven en un pueblo del norte de la República Mexicana.

Como alegoría del deterioro social mexicano debido a los “compromisos políticos” y corruptelas a todo nivel, la cinta no cuenta nada nuevo de lo que ya se conoce desde hace años.


Un pueblo, dividido en dos poblaciones –los viejos lugareños y los nuevos invasores de tierras-, afronta el problema de conseguir una solución –un culpable- al asesinato de una joven que puede encender la animosidad de ambos sectores lo que provocaría la intervención de los “federales”, temidos por todos por arbitrarios y violentos.

Por supuesto que a la mitad de la cinta ya se sospecha quien es el verdadero asesino. Pero la anécdota parte de una confusión: un adolescente del pueblo carga con la reputación de ser el novio de la joven y él, por fantasioso, decide aceptar el dicho.


Por desgracia, el equívoco sobre el cual gira la cinta está justificado en forma endeble por el guión. La verosimilitud sufre un asalto por lo contradictorio del personaje: Por un lado es un pusilánime incapaz de decir la verdad y enfrentar el rumor; por el otro, es un joven que decide valerosamente no cometer un asesinato vengador.

A partir de ese momento se sucede la investigación del crimen por parte del comisario del pueblo, que no desea la participación de los “federales”, a los que ofrece mordida para contenerlos y alejarlos.


El pueblo reacciona con rumores, ocultamiento de información o datos distorsionados, oportunidades para fraguar amores o destruir a los contendientes. Pero el punto esencial es encontrar un chivo expiatorio al cual cargar el crimen y así asegurar que las cosas sigan “normales”. Es una radiografía de la impunidad vía corrupción que ya es conocida.

En ese sentido a nadie le importa la verdad, y el único que la persigue –el comisario- renuncia ante la inconveniencia política que representa exhibir al verdadero culpable.

Como se observa, no se dice nada nuevo respecto de la situación social mexicana cuando se observa el deterioro de su tejido social. Este enfoque de microhistoria, de un pueblo como signo de todo un país es válido aunque no es nuevo en su expresión fílmica.



Las contradicciones en la construcción del guión en Un dulce olor a muerte son las que atentan contra una cinta con momentos de imágenes afortunadas: las escenas del asesinato en la noche, la ambientación del poblado, la violencia en la carnicería del pueblo.

Una causa de la debilidad del guión es la autocomplacencia, que se expresa en la escena gratuita que se abre para lucir a Tina Romero, que es totalmente prescindible de la trama ya que anteriormente el personaje de El gitano había seducido a una mesera, lo que daba idea de su promiscuidad y forma de vida.

En síntesis, la obra de Retes muestra a un cineasta más maduro y en control de los elementos de su puesta en escena. Ahora falta que ese control se ejerza sobre un guión mejor construido y menos obvio.



UN DULCE OLOR A MUERTE. Producción: Mirador Films, Lola Films, FOPROCINE, Aleph Media, IMCINE - México, Instituto Nacional de Cinematografía y Arges Visuales (INCAA – Argentina), Vía digital, Miguel Necoechea, Pablo Barbachano, Andrés Vicente Gómez, Fernando Sokolowicz, Marco Gómez, Marcelo Altmark. Dirección: Gabriel Retes. Guión: Edna Necoechea, basado en la novela homónima de Guillermo Arriaga Jordán. Año: 1998. Fotografía en color: Claudio Rocha. Música: Iván Wyszogrod. Edición: Carlos Salces. Intérpretes: Karra Elejalda (El Gitano), Ana Álvarez (Gabriela, Diego Luna (Ramón), Héctor Alterio (Justino), Laila Saab (Adela), Ignacio Retes (Marcelino), Álvaro Carcaño (Cruz), Odiseo Bichir (Pascual), Miguel Ángel Rodríguez (Pedro), Edna Necoechea (Francisca), Gabriel Retes (Carmelo), Socorro Bonilla (Clotilde), Tina Romero. Duración: 98 minutos. Distribución: IMCINE.