01 noviembre 2016

Y el invierno llegó… con Enya

Publicado en Milenio Diario en 2008 (en noviembre de 2015 Enya sacó el disco Dark Sky Island).

Francisco Peña.

Para Angélica Ponce. Anar kaluva tielyanna!


No es extraño que a Enya se le haya visto acompañada en algún bosque mítico por J. R. R. Tolkien. Dos de sus canciones conocidas forman parte de la banda sonora de El Señor de los Anillos - La Comunidad del Anillo. Aparecen en la escena donde Aragorn y Arwen se encuentran en Rivendell (Aníron) y en los créditos finales (May it be). Así que si alguien puede asemejarse a una de las reinas elfas de la obra de Tolkien como Lúthien Tinúviel, Arwen Undómiel, Galadriel o Idril Celebrindal, es la cantante irlandesa.



La relación entre las novelas y la música antecede a la trilogía fílmica de Peter Jackson. Enya se encuentra con Tolkien en su disco Shepherd Moons donde una de sus pistas, de corte instrumental, se llama Lothlórien, el reino de Galadriel que está escondido a los ojos de los hombres.


Así surge el paralelismo entre Enya y las reinas elfas de Tolkien, que viven alejadas de la curiosidad humana, se consideran seres mágicos, las rodea el rumor y la leyenda aunque deambulan entre nosotros y, entre largos periodos de tiempo, se sabe algo de ellas. También la relación entre el finado escritor inglés y la compositora tiene otra vertiente: ambos se alejan de la curiosidad humana -celosos de su vida privada- y su obra “se cocina” durante largos períodos de tiempo. En el caso de Enya sus discos aparecen con un lapso mínimo de tres años y un máximo de cinco.


Pero hay otro paralelismo entre el escritor inglés y la cantante irlandesa. Ambos artistas han sido subidos a fuerza al carro estilístico del New Age, etiqueta ideológica y comercial que es un verdadero hoyo negro que jala todo lo que se pone a su alcance.

Así como este movimiento tiene una "base" tan amplia que caben en él desde la psicología jungiana hasta las convergencias armónicas, el tarot y las profecías milenaristas que anunciaron el fin del mundo en el año 2000, su música también es muy heterógenea.

El New Age se define más por su propósito que por sus componentes musicales. Por una parte busca crear una atmósfera de calma para la reflexión; por otra, usa el sonido para provocar estados profundos de meditación. Entonces cualquier música que pueda usarse para estos fines se ha etiquetado como New Age, independientemente de las raíces culturales, históricas y religiosas de donde provienen las melodías.


En ese hoyo negro se obliga a la fusión de cantos gregorianos con Vangelis, Brian Eno de la mano del folklore celta, cantos tibetanos con rock de Moody Blues, Tangerine Dream junto con cantos derviches hasta llegar a híbridos de seis patas como Enigma. En el lado comercial esta música se produce como si fueran pambazos: atmósferas electrónicas sin trabajo creativo que las respalde más allá de su función hipnotizante.

Así surgen diferencias con los trabajos de Enya y Tolkien. Sus obras anteceden la acuñación del término New Age; son resultado de largos periodos de tiempo de producción por lo que tienen un alto grado de calidad, rasgo poco común en el New Age comercial.


Ahora llega And Winter Came... El período de “silencio” fue tan sólo de tres años con su antecesor Amarantine (2005). Este es un hecho rarísimo en la música comercial donde distribuidores y críticos despistados insisten en que si no sacas un disco cada año “estás muerto”; situación que no preocupa a Enya porque su música es muy personal y, además, brota de un medio específico: la cultura irlandesa, enraizada en su folclor, la religión católica y su propio medio familiar.

Eithne Ni Bhraonain (Brennan) nace en una familia donde la música estaba siempre presente. Su padre fue director de una banda, la Slieve Foy Band, y su madre era maestra de música. En 1979, cuando tenía apenas 18 años, se unió como tecladista y voz al grupo Clannad, que formaban tres de sus hermanos mayores y dos tíos. Enya tomó el uso en su música de su lengua madre, el gaélico irlandés, del ejemplo de sus hermanos en Clannad.

Enya participa en dos de sus discos, Crann Ull (1979) y Fuaim (1980). Su hermana Máire, vocalista del grupo y solista por derecho propio, aclara que a Enya le fue difícil unirse a un núcleo tan compacto porque "no había participado en los tiempos en que recolectábamos canciones tradicionales originales, y por consecuencia no compartía nuestro entusiasmo por las canciones antiguas".


Enya se separa de sus hermanos para encontrar su estilo, de la mano del productor Nicky Ryan y su esposa Roma. Pero es innegable que el aprendizaje con Clannad le ayudó a desarrollar su propio sonido y a establecer sus relaciones en el medio musical.

El resto es historia. Su obra, construida con capas de sonido donde ella toca todos los instrumentos y hace los coros, comienza su recorrido en 1986 con The Celts, una banda sonora. Fue hasta 1988, con su single Orinoco Flow, de su album Watermark, cuando Enya entra al plano internacional.



Enya crea sus canciones con un perfeccionismo poco usual en el medio, donde si no tienes un CD al año eres olvidado con rapidez por la feroz competencia. Su calidad poética y su estilo musical provocan que sus discos aparezcan cada vez con mayores intervalos de tiempo: Shepherd Moons en 1991, The Memory of Trees en 1995 y A day without rain en 2000. Amarantine aparece en noviembre de 2005. (And Winter came... 2008; Dark Sky Island en 2015).

El estilo de Enya, dejando fuera la etiqueta pragmática new ager, permanece fiel a sí mismo y a sus raíces, pero se expande como un árbol con nuevas ramas. Aún presenta las baladas en gaélico irlandés, las piezas instrumentales, los valses, las sombrías canciones en latín; pero cada vez más tienen presencia las canciones alegres que celebran tan sólo la alegría de vivir.



Amarantine (2005)

Para los conocedores, Amarantine es una sorpresa. Es la misma Enya, pero con un marcado acento hacia la introspección personal, musical y estilística. Less than a pearl, que abre el disco, es la clásica canción de Enya de rasgos cuasirreligiosos y coros omnipresentes. Amarantine señala el tono general del disco de reflexión sobre el carácter del amor, con tintes nostálgicos y melancólicos; melodía emparentada con una larga tradición en su discografía desde Watermark y Shepherd Moons.

En It´s in the rain vuelve a lograr el equilibrio musical que sólo ella consigue entre voz principal, coros, electrónica, cuerdas y letra (todas de Roma Ryan de nuevo). If I could be where you are retorna a la raíz de su primer estilo: voz no filtrada casi a capella con base casi imperceptible de bajos electrónicos.

The river sings, la quinta canción, es la más sorprendente. Quienes desconocen las raíces familiares de la cantante no entienden esta presencia. Es una canción gaélica que pudo ser creada por Clannad o su hermana Máire con coros de hermanas y sobrinas Brennan. Enya tiende una mano hacia su auténtico pasado musical: el aire irlandés es inconfundible mientras en los puentes musicales retoma su estilo inconfundible.



Pero además, esta canción es importante porque ocupa el lugar de ausencias notorias en este disco introspectivo. No hay canciones en latín (Tempus vernum, Cursum perficio) ni abiertamente alegres (Only if, Orinoco Flow). La ausencia más marcada (y quizás, la única dolorosa de Amarantine) son los hermosos valses envolventes del tipo Caribbean Blue o Flora's Secret. Pero la canción irlandesa resella la alianza de Enya con su pasado, con su familia, ante millones de seguidores.

Long long journey usa las imágenes marítimas de raiz migrante irlandesa. La balada Wild violet retoma el minimalismo lírico presente en The Celts, cantada en japonés para beneplácito de la gran cantidad de fans en ese país. Someone said goodbye es el clímax del estilo puro de Enya, destilado hasta la última nota y donde nos da el abrazo musical perfecto.

A moment lost, Drifting (la instrumental del disco), Amid the falling snow y Water shows the hidden heart recuerdan que Enya no sólo tiene una voz privilegiada, sino que es una magnífica tecladista y compositora. Las cuatro canciones están unidas por un tono melancólico y son dignas producciones de su autora.



And Winter Came… (2008)

Es un disco de tono “invernal” aunque trae canciones navideñas. La canción homónima es instrumental donde predominan piano y notas graves: el lento transcurrir del tiempo en invierno. La sensación es de paz pero no de melancolía o nostalgia.

Journey of the angels es una canción de cuna; Enya parte de la tradición cultural católica para crear armonías y juegos corales que transmiten una dulzura ya desaparecida de la música comercial. Nos hace evocar las Anunciaciones y Nacimientos de los pintores flamencos del siglo XV (Rogier van der Weyden o Robert Campin, por ejemplo).

White is in the winter night si es un villancico con colores musicales que fluyen con inocencia sin ser infantiloide. Es la paleta de plata, rojo, verde, blanco de la temporada que brota con el sonido de campanas que repican a lo lejos (“silver in the stars above/That shine on everybody”). O come, O come, Emmanuel es un clásico navideño que en momentos asemeja canto gregoriano; Enya retoma sus canciones en latín casi a capella con su voz pura sin filtrajes.

Trains and winter rains es la más rítmica y alegre del disco y pertenece a la veta desarrollada desde Orinoco Flow.




Dreams are more precious es un viaje que encanta y guía a nuestra sensibilidad e imaginación a una tierra de sueños por medio de los compases. Entre el sueño y la reflexión, es una clásica del estilo actual de Enya. Last time by the moonlight es el corte más melancólico del disco y se asemeja a una caminata invernal por la nieve. One toy soldier no es una canción infantil pero como un auténtico cuento navideño recrea el ambiente navideño como un tiempo mágico que es único en el año, con un toque sacro y no laico.

My! My! Time flies! es la alegría mundana que regala pero no exige nada a cambio. En su particular estilo rinde un homenaje a otros músicos (como The Beatles) y trae un puente ¡con guitarra eléctrica!; podría ser la nueva línea de su futuro desarrollo musical sin traicionar la obra que ha elaborado durante años. Oíche Chiúin es Noche de paz cantada en gaélico irlandés en una nueva versión coral con sus capas melódicas ya sin su voz a capella. El disco es una obra redonda que transmite muy bien las emociones del invierno boreal.

Frente al pop, hip-hop, reggaetón o rap machacón que producen hornadas de cantantes efímeros no es raro que los melómanos encuentren en Enya música de calidad que sí los satisface. Sus canciones crean un bosque donde aún viven las melodías, donde puede volar la imaginación y las canciones aún merecen llamarse música.

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(Cierro, en nov 2016 con una canción de Dark Sky Island, de 2015: Echoes in Rain).