11 julio 2015

Garage Olimpo, de Mario Belchis

Francisco Peña.


Garage Olimpo se ubica en 1978 durante la guerra sucia de la dictadura militar de Argentina.

Con un estilo de film documental, donde la imagen está al servicio de la historia que cuenta, la cinta argentina narra crudamente la “cadena de producción” creada por el régimen militar para ganar la guerra sucia contra su propia población.

Esta “cadena de producción” cuyo objetivo era obtener información, destruir células clandestinas y desaparecer a los implicados está retratada en toda su eficiencia y cruel cotidianeidad.


El director chileno Marco Belchis logra este impacto al resumir miles de historias semejantes en el personaje de la joven María. Casos semejantes porque sólo eran siglas para la “fábrica” represiva no para el dolor de los que sobrevivieron, para quienes cada caso tiene un nombre real, un futuro truncado, un dolor que no se cura, por decir lo mínimo.

La fuerza que tiene Garage Olimpo obviamente se desprende del tema que presenta. En la guerra sucia, a semejanza de lo que muestra Gillo Pontecorvo en La batalla de Argel, la inteligencia militar tortura a los individuos para obtener información e ir destruyendo célula por célula de las organizaciones guerrilleras urbanas. Luego, literalmente se deshace de los desechos humanos en los que ha convertido a personas con nombre y apellido en la gran tumba sin lápidas que es el mar.



María es el personaje que sirve de hilo conductor en todo el proceso de destrucción del individuo. Es suyo es sólo un calvario representativo de lo que muchos padecieron.

Belchis narra los cateos, los apañones, las mentiras burocráticas, el horror de la tortura, los golpes, la picana eléctrica mientras las cámaras de video de los torturadores son mudos testigos. Sus imágenes son crudas, su narración directa. No juzga porque sabe perfectamente que basta y sobra con narrar los hechos.


De allí que se vean las inhumanas paradojas de torturadores que checan tarjeta, que cumplen horarios burocráticos, que salen a la calle a vivir su vida “normal” mientras los “otros” viven su infierno personal, tanto como prisioneros como parientes de desaparecidos. Este perfil del torturador con casa, familia, hijos, parece reproducirse en forma autónoma de la ideología de los regímenes totalitarios, sean de un color o de otro.

Pero el caso argentino es más cercano… hemos tenido a sus exiliados entre nosotros… los que pudieron huir, escapar…

Belchis, en base a testimonios recabados, retrata esa cotidianeidad del horror en detalles tan sencillos pero inhumanos en sus implicaciones como la descompostura de las máquinas de tortura, la música de moda en el radio durante la tortura, el deseo de escapar, la corrupción asesina que se extiende a los inocentes.




De dicha situación, Belchis entresaca la historia de María y de Félix para aproximarse a la relación torturador – torturada. No toca los puntos finos de Portero de noche (Liliana Cavan) porque no son relevantes en este film. Presenta la relación de ambos personajes en función del deseo irrefrenable de sobrevivir, de la cancelación del futuro para vivir día a día, hora a hora la angustia de que cada ruido puede anunciar el fin de la existencia o un nuevo dolor.

La relación Félix - María no se plantea ni como sadomasoquista ni como simbólica. Es sólo el nudo humano que muestra el brutal trastocamiento de la vida de ambos: él ha adoptado un papel inhumano y su deseo es hueco, a ella le han robándola vida entera. En ambos casos no hay regreso, el futuro está cancelado.


Garage Olimpo golpea al espectador con sólo mostrar lo que ocurrió, con sólo tomar un botón de muestra en un par de personajes. Así, logra mostrar las dos caras de la violencia institucional: el anonimato del responsable, la despersonalización de la víctima. Pero en ambos casos siempre hubo y hay nombres concretos, y es lo que la cinta de Marco Belchis no permite olvidar.

Garage Olimpo. Producción: Classic Paradis Film, RAI, Amedeo Pagani. Dirección: Marco Belchis. Guión: Marco Bechis y Lara Fremder, Año: 1999. Fotografía en color: Ramiro Civita. Música: Jacques Lederlin. Edición : Jacopo Quadri. Intérpretes: Dominique Sanda (Diana), Antonella costa (María), Carlos Echevarría (Félix), Chiara Caselli (Ana), Enrique Piñeyro (Tigre), Pablo Razuk (Texas). Duración: 98 minutos. Distribución: Corporación Mexicana de Entretenimiento.