28 mayo 2015

La visible palabra con L - The L Word

Francisco Peña.

Escrito en 2007 para Milenio Diario – El Ángel Exterminador.




Los fans de las series de televisión por cable atascan blogs y comunidades de Internet con discusiones interminables sobre los detalles de sus series favoritas, desde 24 hasta Smallville pasando por los gritos y susurros levantados por la cancelación de Friends en EU. Pero pocas (y pocos) opinan sobre uno de los secretos más conocidos (y más vistos) de la televisión por cable mexicana: The L Word (La palabra con L).

Para enfrentar a sus rivales Fox, Sony, TNT y otros por el estilo, Warner Channel Latinoamérica presume series como Smallville, The O.C., Friends, ER y The West Wing mientras guarda este as bajo la manga en un horario especial porque aborda el tema del lesbianismo: domingos 00.00 - 01.00 horas y 23.00 – 00.00 horas. No lo hace en balde pues sabe que la visibilidad de este grupo social aún está sujeta a fuertes polémicas en las sociedades latinoamericanas.


Pero es un hecho que esta excelente serie es más vista de lo que se dice, y es apreciada porque contribuye a una visión humana y no estigmatizada del grupo que ejerce esta preferencia sexual: las lesbianas. The L World abrió brecha social: la cuarta temporada de doce nuevos capítulos se proyectará en 2007, con algunas presencias invitadas muy interesantes.

The L Word muestra mucha calidad en elenco, producción y dirección, pero sobre todo es valiosa por el tratamiento de personajes y situaciones. Los conflictos que sufren los personajes, tanto por acontecimientos como por sus propios rasgos existenciales y psicológicos, son semejantes a los de cualquier ser humano: enamoramiento, celos, atracción, relaciones estables o fortuitas, rupturas emocionales. Los papeles están escritos (y actuados) de tal forma que estas constantes, que todos compartimos como seres humanos son matizadas con veracidad de acuerdo a las circunstancias sociales en que vive este grupo de preferencia sexual.


El programa está producido para una audiencia estadounidense por lo que no todos los pormenores hacen eco en las lesbianas mexicanas, cuyo grado de visibilidad social como grupo es menor; pero no es impedimento para que la emisión sea muy disfrutable para ellas y para nosotros teleadictos.

Los productores notaron una ausencia en la tipología: no estaba presente una mujer latina. Así crearon a Carmen de la Pica Morales: discjockey que se ve envuelta en una doble atracción y oscila entre dos mujeres como posible pareja final, actuada por Sarah Shahi, que se unió a un elenco donde destacan actrices como Mia Kirschner, Leisha Hailey, Jennifer Beals y Pam Grier. Elenco donde ya no está, por desgracia, la actriz de culto Rosanna Arquette.


La bellísima canadiense Mia Kirschner (la escritora Jenny Schecter en la serie), de 31 años, viene del mundo cinematográfico. Destacó en clásicos del cine de su país como Exótica (Atom Egoyan, 1994) donde representó a una teibolera vestida de colegiala (al son de la canción Everybody knows, de Leonard Cohen) y Amor y restos humanos (Denys Arcand, 1993); también participó en la serie de Fox 24 (como Mandy) y regresó este año al cine norteamericano en La Dalia Negra dirigida por Brian de Palma.

Leisha Hailey es todo un personaje en si misma. Egresada de la Academia Americana de Arte Dramático de Nueva York, ha incursionado en la música con el grupo The Murmurs. Es la que está más cerca de mezclar la realidad con la ficción, ya que se le atribuye un romance con la cantante K. D. Lang.


A Jennifer Beals se le recuerda por Flashdance (Adrian Lyne, 1983) en plena euforia de la música disco. Como icono de los 80, a Jennifer Beals le costó mucho trabajo desprenderse de dicha imagen. Deambuló por varias películas medio olvidables hasta que encontró su verdadero segundo aire con su personaje en The L Word.

Nadie olvida a la morenaza Pam Grier (Kit Porter, dueña de un antro), la suculenta reina del cine blaxploitation generado comercialmente para esa minoría en los 70 (por ejemplo, Blácula). Comenzó su carrera con el productor Roger Corman y llegó a protagonizar al personaje de culto negro Coffy (Jack Hill, 1973), la versión femenina de Shaft. Con la edad se volvió actriz de carácter y como tal entró al mundo televisivo en la famosa serie Miami Vice (1984).


Se extraña en la serie la presencia de Rosanna Arquette (como Cherie Jaffe), que los cinéfilos adoran desde que representó a la despistada Roberta en su encontronazo con la avispada Madonna en Desesperadamente buscando a Susana (Susan Seidelman, 1985). Otros la conocen desde Pulp Fiction (Tarantino, 1994). Pero su consagración como actriz de culto se da en la corrosiva Crash (David Cronenberg, 1996) donde sexo, autos y muerte se mezclan en esta cinta basada en una obra del escritor británico James G. Ballard.

Para la temporada 2007, la producción tiene dos actrices sorpresa, también forjadas en el cine: la primera es Cybill Shepherd (como vicerrectora de una universidad). Mientras la edad de la mayoría de las actrices de la serie está en el rango de los 30 años, Shepherd lleva muy bien sus 56 lo que le permite representar a este personaje que, a su edad, está casada y tiene hijos cuando comienza a cuestionarse su propia sexualidad. Está ya lejos de su papel de rubia inalcanzable como Betsy, en la clásica Taxi Driver (1976) de Martin Scorsese.


La segunda sorpresa es Marlee Matlin. Quizá pocos recuerden que esta actriz obtuvo a los 21 años el Oscar a la Mejor Actriz en su debut cinematográfico. Lo ganó en 1986 con la cinta Niños de un dios menor (Children of a lesser god, Randa Haines). También es probable que pocos recuerden que su papel en dicha película estaba ligado a su realidad: Marlee Matlin es sorda. En la pantalla representó a una mujer sordomuda que establece una relación sentimental con su maestro (William Hurt) en una cinta conmovedora que dirige su mirada a otro grupo vulnerado: las personas con discapacidad, en este caso auditiva.

Con estas actrices, sus personajes establecidos o nuevos, The L Word sigue explorando varias situaciones que hacen visibles tanto el mundo de las lesbianas como los problemas cotidianos que enfrentan: desde el deseo de tener hijos vía inseminación artificial hasta las consecuencias emocionales (para hombres y mujeres) derivadas de establecer relaciones con una pareja bisexual. En este enfoque global el programa no es puritano: así como no rehuye escenas dramáticas (o cómicas) derivadas de las circunstancias de estas mujeres tampoco autocensura la descripción visual erótica de sus encuentros.


The L Word es una serie valiosa tanto por sus valores de realización como por su tratamiento honesto del tema. Merece que se hable más abierta y frecuentemente de su presencia en la pantalla, y que deje de ser el secreto más conocido (y visto) de la televisión por cable en México.