11 mayo 2015

Antes que anochezca / Before night falls, de Julian Schnabel

Por Francisco Peña.

La diferencia entre el sistema comunista y el capitalista es que, aunque los dos nos dan una patada en el culo, en el comunista te la dan y tienes que aplaudir, y en el capitalista te la dan y uno puede gritar; yo vine aquí a gritar (Reinaldo Arenas, Antes que anochezca, p. 309).



La cinta del director Julian Schnabel ha recorrido el mundo en medio de la polémica o la admiración por varias razones:

1.- Por usar como punto nodal la vida del escritor cubano Reinaldo Arenas en Cuba, de donde se desprenden sus duras relaciones con el régimen de Fidel Castro.

2.- Porque dichas relaciones con el régimen cubano estuvieron teñidas por la persecución debido a su disidencia cultural y literaria, su homosexualidad y sus contactos con el exterior.

3.- Por mencionar la presión a otros escritores cubanos en un ambiente de intolerancia cultural y política: Lezama Lima, Virgilio Piñeira, Guillermo Cabrera Infante, Heberto Padilla entre otros.
Por estos puntos, el texto que se presenta está dividido en dos partes. En la primera se toca la crítica de la cinta como tal; en la segunda se comentarán algunos de los aspectos que se narran en ella.





I.- Antes que anochezca, un film que estremece

La cinta de Julian Schnabel corre casi cronológicamente desde la infancia de Reinaldo Arenas hasta su muerte por Sida en la ciudad de Nueva York.

Consciente de que su personaje es polémico, Schnabel opta por una puesta en escena y un estilo visual que no entorpezca la narración. Sólo evidencia su excelente manejo de los elementos cinematográficos en las secuencias donde Arenas pasa al mundo de la imaginación, de la poesía, de la literatura y el recuerdo. Es allí donde se permite mayores libertades estilísticas.


Con este enfoque, lo que busca Schnabel es recrear un personaje con la mayor fidelidad posible, a un Reinaldo Arenas colocado en el contexto de una revolución que se va fosilizando paulatinamente por causas ideológicas y que, como se dice en uno de sus diálogos, “como Saturno, devora a sus hijos”.

Pero tampoco evade la soledad del exilio, la frialdad y la discriminación soterrada pero efectiva (en este caso por la portación del VIH) que se vive en la sociedad estadounidense y que sufrió Arenas en persona.

A partir del recuerdo de su infancia en la provincia de Oriente (curiosamente semejante a la que vivió otro escritor cubano, Guillermo Cabrera Infante) y a la memoria de su madre, Schnabel plantea a un Reinaldo Arenas niño y joven, que nace con el don literario en un medio poco fértil para su desarrollo.


Pero antes de las secuencias de la vida de Arenas en la ciudad de Holguín, Schnabel recrea el paisaje de la provincia de Oriente y al medio rural donde creció Arenas bajo la premisa de las “imágenes nuevas y nunca vistas”. Parte pues la premisa de estética cinematográfica creada por Werner Herzog.
De allí que movimientos de cámara y encuadres planteen otra manera de ver el medio rural cubano, tal y como Herzog “descubrió” ante el cinéfilo las selvas de los Andes y del Amazonas. No es pues gratuito que el cinéfilo detecte fragmentos de la inolvidable banda sonora de Aguirre, la ira de Dios, ejecutados por Popol Vuh.


Esa estética de Herzog de ver las cosas de “otra manera, para volverlas a ver como si fuera la primera vez, con una imagen primigenia” se repite en Antes que anochezca en las secuencias donde Reinaldo Arenas se relaciona con la naturaleza.

Basta recordar las secuencias de las inundaciones, el mar, el agua, el bosque, la lluvia –también con la presencia de la música de Popol Vuh- para ver como Schnabel logró remarcar la relación especial de Arenas con elementos de la naturaleza presentes en su obra literaria y en la memoria de su vida.


En ese sentido, se enriquece la visión de un periodo de la vida del escritor, que culmina con el primer rechazo abierto a su don literario en el momento en que la frase que marcó en un árbol es destruida a hachazos.

Este es uno de los aciertos visuales y auditivos de la película.

La llegada de Arenas al medio urbano coincide en la cinta con su iniciación sexual con una prostituta. Y a partir de este punto Schnabel pone los elementos cinematográficos de la puesta en escena al servicio de la narración y de su personaje.

A lo largo de la cinta, con cámara en mano, una buena reconstrucción escenográfica y ambientación, el director penetra en el mundo cubano donde a todos los niveles la música es Reina, símbolo de una cultura y vehículo para expresar la alegría de vivir, sea con los amigos, en la calle, en la playa, en el bar o la misma cárcel.


En ese sentido, la banda musical de Antes que anochezca es un ejemplo de hacer “ver” como la música está íntimamente entreverada con la forma de vivir de un pueblo. Sin alardes intelectualoides o de moda, Schnabel deja fluir un mosaico de melodías en distintos ambientes sociales: signo de expresión de una sociedad que las goza como parte natural de sí misma.

También la forma visual cinematográfica busca recrear los lugares de diversión de la época, por lo que no es extraño que Schnabel considere su cinta hermanada con el famoso documental en blanco y negro PM, de Orlando Jiménez Leal y Sabá Cabrera Infante (1961), del cual algunos fragmentos aparecen en los créditos finales de Antes que anochezca.



La aparición de imágenes de PM (que duraba originalmente 25 minutos) es, entre otras cosas, un doble homenaje.

Por un lado es rescatar la imagen de un documento fílmico que fue prohibido por contrarrevolucionario (al igual que la obra de Arenas), y que causó las conocidas reuniones de Fidel Castro con intelectuales en la Biblioteca Nacional, el cierre de Lunes de Revolución y, curiosamente de rebote, la escritura de Tres Tristes Tigres de Guillermo Cabrera Infante.


Por otro lado, es homenajear a esa fiesta móvil de la noche cubana, que lo mismo surgía en un bar a la orilla de la calle que en un salón de baile y que, desde entonces, goza aun de buena salud.

Pero el arsenal de recursos fílmicos que Schnabel entrega al espectador en Antes que anochezca no se ha agotado.

Para la parte del triunfo de la Revolución Cubana sobre Batista, el director recurre a la reconstrucción de época, al material de imagen documental de la entrada de los rebeldes a La Habana, y realiza contrapuntos imagen – sonido interesantes.

El primero es marcar la presencia de los rebeldes haciendo que Reinaldo Arenas escuche Radio Rebelde “desde la Sierra Maestra, territorio libre de Cuba”. Las tomas de la población en las calles, los festejos, los rostros de los rebeldes castristas también tienen su correlación en el sonido.

De pronto, Schnabel corta a 1964 y se muestra a un rubio hablando en ruso. Es así como de la vitalidad de la rebelión pasa a la presencia de los asesores soviéticos.

Pero todas estas secuencias, y la manera en que están estructuradas cinematográficamente, están en función de narrar como Reinaldo Arenas interactúa con su medio social y vive su vida. Sus primeros encuentros homosexuales con buena o mala fortuna se entrelazan con sus primeros logros literarios.


Ambas situaciones son incipientes hasta que Reinaldo Arenas logra la publicación de Celestino antes del alba.

Eso le abrió las puertas de los intelectuales, de los cuales la película toma el encuentro con Lezama Lima en su biblioteca particular. Allí vienen los préstamos de libros y el regalo de Tres Tristes Tigres, de Guillermo Cabrera Infante (“a él le encantaría que lo tuvieras”, dice el personaje de Lezama Lima).

Pero la frase que pesa en el diálogo de la escena es como los que hacen belleza están enfrentados a las dictaduras.



También Schnabel describe las correrías homosexuales, sin remilgos, moralismos o propaganda. Se limita con respeto a dejar que las situaciones hablen por sí mismas y que el espectador decida. Tal y cómo lo hace esa otra extraordinaria película Boys don’t cry / Los muchachos no lloran sobre el lesbianismo.


Las escenas de ligues en la playa, los encuentros, las dificultades, se recogen en pantalla con sencillez y naturalismo. De nuevo, los recursos del cine al servicio de una narración que muestra en lugar de juzgar. En ese sentido, Schnabel deja en libertad al espectador y no busca que tome partido.

Este narración de la homosexualidad de Reinaldo Arenas, hasta este momento de la cinta, se condensa en la escena playera donde describe a los cuatro tipos de gays que existen según él, de los cuales el cuarto apunta a una crítica que debe detectar el espectador del film.


A partir de este punto, Schnabel marca el cambio del régimen cubano hacia el cierre de espacios libres que aún no controlaba, ya que eran posibles puntos de expresión de disidencia. No sólo las actividades de los círculos gay son perseguidas por medio de redadas, también Schnabel muestra la irrupción del estado en los sitios religiosos de Santería.

El estilo visual es más ágil, con una cámara en mano en grandes movimientos y una edición tajante. La violencia visual que sirve de vehículo a la violencia política.

El endurecimiento del estado se condensa en la película al presentar el juicio - confesión pública (en el clásico formato stalinista de las purgas públicas transmitidas por radio o como en La Confesión, de Costa Gavras) de “Heberto Zorrilla Ochoa”, una especie de combinación del poeta Heberto Padilla y el militar Arnaldo Ochoa. Al fondo del estrado la frase “Con la Revolución todo. Contra la Revolución nada”, que se acuñó en las reuniones de Fidel Castro con los intelectuales en la Biblioteca Nacional, que ya se ha citado.

El estilo de Schnabel en este punto es parco y sobrio, ya que sólo se dedica a ser testigo de la situación.

El siguiente punto que enfoca la película sobre la vida de Reinaldo Arenas es la persecución ya personal sobre el escritor. En primera instancia lo lleva a buscar mecanismos para contrabandear sus escritos a Francia, luego es acusado judicialmente por lo que intenta fugarse de la isla en la cámara de una llanta.

Al fracasar en la fuga es finalmente detenido y enviado a El Morro. La entrada de Arenas a la cárcel es de antología fílmica. Allí, aun en la prisión, bajo múltiples dificultades, Arenas se dedica a escribir las cartas de los presos y a ingeniárselas para sacar sus manuscritos, cosa que le cuesta que lo manden al apando o celda de castigo.


Finalmente, la escena del interrogatorio de Arenas combina la presión política con la homosexualidad cuyo remate es el desquebrajamiento del escritor. Es una de las escenas que estremecen al espectador por su intensidad y crudeza.


A partir de este punto, Schnabel acelera la narración hasta llegar a la salida de Arenas por el puerto de Mariel.

Pero la llegada de Arenas a Nueva York es el paso de un infierno a otro. La fotografía abandona los tonos cálidos que corresponden a Cuba y adquiere tonos fríos tanto en la obscuridad como en el día, donde domina una luz fría.

Arenas sufre todas las consecuencias personales y sociales por tener VIH, lo que repercute en un aislamiento mayor lleno de agonía. La fotografía no sólo es más fría sino que los encuadres se hacen más estrechos, más claustrofóbicos.

La situación existencial de Arenas es esencialmente la misma. Pasa de manos del siniestro poder político al siniestro poder del dinero. Se tiene la libertad de adquirir exquisiteces pero no el dinero para comprarlas.



El aislamiento que sufrió en ambos sistemas es marcado por Schnabel en la secuencia donde Arenas viaja en un autobús neoyorkino: presenta al espectador un montaje alterno entre las ciudades de La Habana y Nueva York que son descritas con el mismo sentido en el movimiento de cámara. La semejanza para el interior de Arenas implica que ambas ciudades son desiertos existenciales.

Para lograr este magnífico retrato de Arenas, Schnabel contó con la participación creativa del actor español Javier Bardem. Basta verlo actuar para entender la razón de los elogios internacionales, de los aplausos de los críticos… Ese reconocimiento se sintetiza en dos puntos concretos: Bardem ganó la Copa Volpi al Mejor Actor en la Muestra Internacional de Arte Cinematográfico de Venecia; Bardem otuvo la nominación de la Academia estadounidense para el Oscar a Mejor Actor.


Pero también el público mexicano reconoce rostros de su propio cine: Pedro Armendáriz, Francisco Gattorno, Patricia Reyes Spindola, Ofelia Medina… todos funcionando a la perfección en el universo narrativo de Antes que anochezca.

La visión del espectador detecta como Julian Schnabel creó una película corrosiva, dura pero no exenta de momentos poéticos, que no requiere ser panfletaria porque la crudeza de la vida de Reinaldo Arenas y la calidad de su obra son los mejores testigos frente a dos sistemas que devoran a sus mejores hombres.

Una de las grandes virtudes de Schnabel fue haber dejado que los recursos cinematográficos y su estilo no se desbordaran por encima de su historia. Con un guión que busca iluminar muchos aspectos de la compleja vida de Reinaldo Arenas, que muestra variaciones de la misma situación existencial pero que en cada una aporta algo nuevo, el director ajusta su puesta en escena, su cámara y su edición a lo que requiere narrar a cada paso de la historia.

Antes que anochezca entrega al cinéfilo una brillante y polémica cinta sobre uno de los narradores cubanos más discutidos, que siempre buscó burlar todos los impedimentos que le impedían usar lo mejor de sí mismo: su don literario para “gritar” su verdad.




II.- Mi delito es por bailar el chachachá

El film Antes que anochezca se mueve mucho dentro de un contexto histórico donde una manera de ejercer la cultura se enfrentó a un modo de ver el gobierno. De este choque entre individuos y el aparato del estado surgieron exilios, suicidios, censuras, confrontaciones ideológicas y múltiples argumentos que a la fecha no han terminado. No es una situación histórica ya terminada sino que aún se desarrolla en nuestros días.

Los actores que participaron en dicha confrontación han dado testimonio en obras posteriores del clima político, social y cultural que los llevó al exilio, a cuestionar el régimen de Fidel Castro, y a ser críticos constantes de lo que ocurre políticamente en Cuba.

Uno de ellos es el escritor Guillermo Cabrera Infante (Premio de Literatura Cervantes 1997). Respecto de la censura al cortometraje PM dirigido por su hermano Sabá y Orlando Jiménez Leal, expone sus puntos de vista en Siete Voces, libro de entrevista escrito por la periodista argentina Rita Guibert y publicado por Organización Editorial Novaro – México.


Allí, entre las páginas 357-365, expone el caso de PM, las conversaciones entre intelectuales y Fidel Castro, el surgimiento del lema "Con la Revolución todo, contra la Revolución nada", el papel y posición de intelectuales y políticos de renombre. En síntesis, como su concepción de una cultura liberal y gozosa se enfrentó a una idea de que la expresión artística debe servir a una causa superior, en este caso política: la Revolución. De rebote, aclara que Tres Tristes Tigres surgió como una alternativa a PM para recobrar un ambiente social desaparecido.


Pero no es el único testigo que habla del acontecimiento. Con un enfoque más político está disponible el testimonio de Carlos Franqui en el libro Retrato de familia con Fidel, publicado en Seix Barral / Biblioteca Breve # 468. En el capítulo Lunes, la discusión / Defensa de Revolución y Lunes (páginas 261 – 273) habla de los hechos sobre PM y el contexto que determinó el cierre de la publicación.

Lo que está en el fondo de las argumentaciones, de la interpretación de los hechos mencionados es el papel que juega en la sociedad el artista, el creador, como portador de la libertad de expresión. Si el estado tiene o no derecho a censurar o destruir la expresión artística por motivos políticos, aun revolucionarios.

La discusión sigue y no tiene para cuando tener fin.


Las consecuencias de algunos hechos narrados en Antes que anochezca son palpables al día de hoy. Un ejemplo: hace unos años se informó que Editorial Alfaguara -su filial de México- entraría al mercado cubano con su vasto acervo de libros de autores reconocidos y de calidad. La polémica se desató porque la mayoría de los libros del escritor cubano Guillermo Cabrera Infante forman parte de dicho acervo y, sencillamente, no pueden entrar a Cuba. Resultado: empate 0 – 0.

Como punto final, quizás el texto que mejor explica lo sucedido no es ideológico ni ensayístico: es un pequeño libro llamado Delito por bailar el chachachá, del mismo Cabrera Infante y, claro, publicado por Alfaguara.


Allí, la libertad de crear, de tomar la vida como algo festivo y grato, se enfrenta a una concepción burocrática que pone barreras por razones ideológicas. El juego de los diálogos, de la literatura, del poder de las palabras muestra como las personas que “hacen la belleza son el enemigo” de las dictaduras de cualquier signo ideológico porque escapan siempre a su control.

El lector decide finalmente su postura frente al film de Schnabel y las posiciones de los autores citados. Sólo se espera que el lector oiga los argumentos de ambas partes y llegué, libremente y con su propia reflexión, a sus conclusiones personales.

ANTES QUE ANOCHEZCA / BEFORE NIGHT FALLS. El Mar Pictures, Grandview Pictures, Jon Kilik, Julian Schnabel, Matthias Ehrenberg. Dirección: Julian Schnabel. Guión: Cunningham O’Keefe, Lázaro Gómez Carriles y Julian Schnabel, basado en la novela Antes que anochezca, de Reinaldo Arenas. Año: 2000. Fotografía en color: Xavier Pérez Grobet y Guillermo Rosas. Música: Carter Burwell, Laurie Anderson y Lou Reed. Edición: Michael Barenbaum. Intérpretes: Javier Bardem (Reinaldo Arenas), Olivier Martínez (Lázaro Gómez Carriles), Andrea Di Stefano (Pepe Malas), Johnny Deep (teniente Víctor / Bon Bon), Sean Penn (cuco s´panchez), Michael Wincott (Heberto Zorrilla Ochoa), Olatz López Garmendia (madre de Reinaldo), Vito María Schnabel (Reinaldo adolescente), Héctor Babenco (Virgilio Piñeira). Duración: 125 minutos. Distribución: Twentieth Century Fox.